Al seguir bajando por la costa norte se topará con el fin del Barranco de Agaete. Allí podrá dirigir la vista a una larga serie de árboles y plantas subtropicales que crecen en abundancia en las pendientes escarpadas. Entre las más comunes que puede encontrar se incluyen mangos, papayas, plátanos, limones y naranjas. En medio de todas estas maravillas tropicales hallará el pequeño y modesto pueblo de Agaete. Si le atraen los sitios menos trillados y abarrotados de multitudes, este pueblo resultará idóneo para usted. Imagine: puede pasear por sus calles estrechas, bordeadas por casas blancas, mientras contempla la frondosa vegetación que envuelve la ciudad. ¿Puede hallar algo más sereno que eso?
Debido a su ambiente tranquilo y pacífico, no sorprende que muchos artistas y aquellos que se consideran aficionados al arte decidan instalarse en el pueblo de Agaete. Por lo que si es de los que frecuentan las galerías de arte, ¡se enamorará perdidamente de esta localidad! De hecho, ya que Agaete ofrece bastantes de ellas, le recomendamos que emplee parte del día en recorrer las galerías. ¡Se asombrará de las elegantes obras de arte que es capaz de producir este pueblo singular! Y he aquí otra curiosidad más. Aunque Agaete ya ha celebrado su 500 aniversario, es sorprendente el pequeño número de sitios históricos de la localidad. No obstante, quizá desee visitar la Iglesia de la Concepción. Esta parroquia lleva en pie desde la segunda mitad del siglo XIX. Reposa sobre la Plaza de la Constitución. La plaza, por cierto, presenta también unas casas nobles, completas con balcones de madera tallada que le pueden resultar interesantes. Si cree que sólo un jardín puede completar este pacífico y elegante lugar, no desespere; simplemente siga adelante hasta el Huerto de las Flores. Este jardín botánico simple y modesto puede sentirse orgulloso de albergar varias especies canarias y subtropicales de plantas, árboles y flores.
A estas alturas ya se habrá dado cuenta de que la mayoría (si no todas) de las ciudades de Gran Canaria ofrecen sus propias festividades únicas. Desde luego, Agaete no es la excepción. Para este pueblo, prepárese para participar en lo que denominan la Fiesta de la Rama. Se celebra el 4 de agosto, y su origen se remonta a la poco convencional danza de la lluvia. Este es el mayor evento de Agaete, así que si siente curiosidad por participar, ¡le invitamos encarecidamente a que lo haga!
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