miércoles, 22 de junio de 2011

Cultura

Hay un halo de misterio sobrevolando todo lo que rodea a la cultura aborigen de Canarias. Como con muchas otras culturas antiguas, nos ha llegado noticia de ellos por viejas crónicas. Pero quedan aún mil incógnitas sobre las comunidades que habitaron las islas antes de la conquista de Canarias por la Corona de Castilla.

Porque en el tiempo en que las primeras expediciones de conquista tocan tierra, Gran Canaria, toda Canarias, estaba sentada en el borde del mundo conocido. En el mismo filo de un océano que no se sabía si se acababa en alguna parte. El archipiélago fue, de hecho, una antesala a las expediciones de Colón y un paso previo en la cruenta pelea entre los reinos europeos que querían expandirse fuera del continente.
Lejos de todas esas cuitas vivían los aborígenes de Gran Canaria. Una comunidad dedicada a la agricultura, que adoraba al dios Acorán y que convivía en una sociedad dirigida por un grupo de nobles bajo el mando del Guanarteme. No eran sólo un pueblo de agricultores. Vivían también del ganado y la pesca. Pero especialmente de la agricultura, con la cebada como base de su alimentación. Con la cebada elaboraban gofio, tostado y triturado, y lo acompañaban con habas y trigo.

En la Gran Canaria de hoy puede visitarse el gigantesco silo del Cenobio de Valerón. Un refugio de cuevas para guardar el grano, que casi vuela sobre un enorme barranco. En el tiempo en que las razias de los piratas se hicieron corrientes, los aborígenes isleños ponían el grano a salvo en espacios inaccesibles como este Cenobio.
La comunidad aborigen se asentaba fundamentalmente en grandes poblados de estructura semiurbana. Hoy puede verse un buen ejemplo de ello en el Parque Arqueológico de la Cueva Pintada de Gáldar. Habitaban también cuevas o viviendas redondeadas excavadas en el suelo, construidas con piedra y cubiertas de madera.
Su sociedad se regía bajo una fuerte jerarquía. Los nobles, con cargos hereditarios, dirigían la economía y controlaban tierras y ganado. Gobernaba el Guanarteme y el líder religioso era el llamado Faycán, sobre quien recaía el peso de los rituales religiosos. También tenían un importante papel en el culto religioso las Harimaguadas, mujeres de la nobleza, que se educaban como tal desde la infancia y compartían las labores del Faycán.

Los antiguos canarios eran también un pueblo de artesanos. Muchas de sus técnicas se utilizan en la artesanía canaria de hoy. En aquel tiempo elaboraban utensilios domésticos con el barro y también iconos religiosos, como el Ídolo de Tara. Trabajaban la cestería, la cantería y la madera. Hacían cuchillos, trabajaban el hilado y decoraban con figuras geométricas las paredes de las cuevas o las llamadas pintaderas. En la Cueva Pintada de Gáldar encontrará el mejor ejemplo de pintura aborigen. Toda esta larga lista de artes manuales es la base sobre la que se mantiene el legado artesano de hoy.
En Gran Canaria hallará una amplia representación del arte aborigen de Canarias, de sus pinturas de motivos geométricos, a base de cuadrados, triángulos y círculos en colores rojizos, ocres y blancos. En todas las islas tropezará con el sello de los antiguos canarios y con las leyendas que los envuelven, con su halo de misterio. Una comunidad que vivía en su mundo aparte, apegada a sus pequeños continentes de naturaleza desbordante.

Hay un vínculo que nos mantiene unidos con ellos. En la artesanía, en los deportes autóctonos que nacieron de los juegos de aquel tiempo, en las pinturas de sus cerámicas, que imitamos hasta en las aceras de las ciudades... queremos seguir atados a los primeros isleños que caminaban por montañas y barrancos que conocemos bien. Los mismos que nos intrigan y de los que nunca tendremos todas las respuestas.

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